En lo vincular rechazar los sentimientos intuitivos es legalizar un
espacio de intrusión a “buenos y sensatos consejos “ajenos a nuestro mayor bien
retrasando nuestro crecimiento.
Llevar a la práctica cotidiana esta vía de conocimiento es enfrentarse
a un trabajo constante y persistente. Como conocimiento que nace del tejido del
alma requiere la presencia de una actitud de respeto y de escucha y la
configuración de un tiempo y espacio de encuentro con esta fuente de sabiduría.
Necesita la presencia de un estado de alerta y una despierta disposición interior a respaldar la conciencia de un sentir que involucra también las respuestas y los reflejos en la dimensión física
Necesita la presencia de un estado de alerta y una despierta disposición interior a respaldar la conciencia de un sentir que involucra también las respuestas y los reflejos en la dimensión física
El cuerpo es un gran emisor y receptor y sus mensajes son generalmente
ignorados o retraducidos en síntomas de desarmonía y enfermedad
Una observación no crítica, atenta de nuestros procesos vinculares
necesariamente deviene en un trabajo de auto indagación
Crecemos asumiendo nuestras responsabilidades y a partir de este lugar
podremos delimitar nuestro propio espacio de trabajo ocupándonos solo de
nuestro camino, y permitiendo que cada uno crezca en la tarea de asumir su
propio proceso.
Actuar desde la voz interior reclama una creciente y paulatina
asunción de manifestarse desde una verdad y transparencia interior frente a las
demandas de un mundo que busca y fuerza a organizarse en base a crear
conciencias masivas diluyendo toda posibilidad de individuarse en un
pensamiento creativo, personal, emanado de las entrañas del Ser único.
El retorno a esta fuente de conocimiento es el descenso a la confianza
original donde no hay espacio para condicionamientos ni cultos a pensamientos
mayoritarios , donde se legitima la experiencia sentida frente a opiniones
intelectuales distantes de los tesoros que ofrece una conciencia que opera en
niveles más profundos.
No desestimamos el valor de la mente racional en nuestro quehacer cotidiano pero la reubicamos y la dimensionamos en el lugar que le corresponde como constitutivo del yo inferior que es el vehiculo de la encarnación.
No desestimamos el valor de la mente racional en nuestro quehacer cotidiano pero la reubicamos y la dimensionamos en el lugar que le corresponde como constitutivo del yo inferior que es el vehiculo de la encarnación.
Al destacar el valor del conocimiento intuitivo estamos revalorizando
y destacando un aspecto de la vida psíquica que está directamente asociado a la
vida del alma quien es la que dirige, direcciona y significa nuestra presencia
en el mundo.
Lic Annamaria Saracco.