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A partir de la idea que la conciencia es el punto central del trabajo psicológico transpersonal, la decisión de explorarla trae consigo un signo de despertar espiritual.
Es importante entonces ir aprendiendo a ampliar y transformar la propia conciencia. Las transformaciones individuales afectarán directamente a la evolución de la Humanidad.


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Me comprometo a Ser Mujer

giovedì 17 novembre 2016

lunedì 14 novembre 2016

Retorno a la sagrada feminidad


“Permitamos que los valores femeninos florezcan en nuestra sociedad a fin de cambiar la mentalidad de las personas. Es indispensable para construir una  paz duradera y  para el futuro de la humanidad.”
Dalai Lama


La Gran Sacerdotisa nos transmite:
 «en el principio no era el verbo,
era el útero de donde surge la vida»

Un renovado acercamiento de la ciencia a lo sagrado revela conocimientos ancestrales ocultos y censurados por una cultura racional y normativa.
Nuestra civilización ha sido patriarcal por tanto tiempo que se han descuidado los requerimientos de la vida misma al sepultar el gran temido y transformador  misterio  femenino  en las sombras de los tiempos.
El femenino oculto pasó a ser entonces su amenaza inconsciente y su gran herida, promoviendo en la mujer el distanciamiento de su esencia original.
 Tiempo y paciencia son necesarios para restablecer los valores de la antigua sabiduría femenina. Participar de esta labor en forma consciente es retomar la vía hacia el reino interior de la psiquis.
El vuelo de su alma será guía, señal y respuesta frente a su súplica cotidiana.


Un camino iniciático
La travesía consciente hacia el alma es un descenso a la tierra del misterio, al mundo invisible para los ojos  de la razón;  la tierra que espera pacientemente ser abrazada y recuperada como encarnación  del sagrado femenino.
La capacidad de contacto con las dimensiones invisibles es un aspecto de la energía femenina.

 La vastedad del océano del Inconsciente  llama de infinitas maneras a descender a lo secreto y misterioso del propio mundo desconocido.
Aceptar la invitación a construir ese espacio de intimidad con un sí consciente es nuestro compromiso a Ser Mujer
La mujer tendrá que aprender a descender a su mundo interno. Una decisión comprometida será su aliada para penetrar en los dominios  más profundos de su psiquismo.

Hay muchos tramos del camino donde la vida nos expone a una abrupta vastedad.
El pasaje resulta una iniciación ya que la densidad que nos  envuelve en el mundo cotidiano tiene que ir aligerándose  hacia un estado de mayor liviandad.
El regreso  al útero de la Gran Madre tiene la morada en profundidades que requieren una elongación progresiva y un grado de extensión que nos permita descubrir la vía del retorno.
Un nuevo camino se abre para quienes atraviesen el mundo subterráneo y se entreguen al proceso alquímico de la transformación.
Resulta un viaje difícil simbolizado por el abrazo del fuego purificador; necesario para disolver  las oscuras sombras de los estereotipos convencionales.
Una iniciación es una profunda experiencia de pasaje a un nivel de  mayor  conocimiento, claridad y descubrimiento. Siempre se desvanece una ilusión.


El encuentro con los depredadores del psiquismo
Enfrentar al depredador es  reconocer  y desafiar cualquier intromisión que obstaculice el proceso iniciático femenino.
Los aspectos socio-culturales y familiares pueden configurarse como depredadores alentando el despliegue de acciones «exitosas» para su mejor posicionamiento en el mundo.

El camino de una supervivencia engañosa la deja en manos del depredador, siendo la seducción y el engaño  sus vías de acceso.
Nuestros aspectos inmaduros e ingenuos desconocen su presencia, pues el depredador actúa desde las sombras del psiquismo, haciendo alianza con un ego herido, maltratado y necesitado.
Si la mujer no se ha iniciado aún en su propio reconocimiento se alejará de su propósito almico.


Peregrinaje interior
La vivencia femenina se experimenta en la quietud y en el reposo de las actividades mundanas.
Cuando la luz se atenúa y la respiración se aquieta un ser silencioso puede proyectarse hacia su interior.
Descendemos a nuestras profundidades sólo cuando  logramos apartarnos de las fascinantes ilusiones que nos  mantienen atrapados. Esta travesía sagrada es necesaria para reconocernos  en otros aspectos  todavía no revelados a nuestro yo consciente.
 Resulta ser un viaje iniciático por los tránsitos  difíciles a ser atravesados.  Este pasaje, por cuanto doloroso y abrumador,  es la garantía de una apertura transformativa.
Como todo proceso iniciático hay algo que tiene que ser entregado y sacrificado a favor del crecimiento y la madurez.
El sacrificio simbólico consciente activa los aspectos heroicos que impulsan el caminar.
La esencia femenina  es la receptividad. Urge permanecer quieta para escuchar la voz de  las entrañas y así tomar la fuerza del misterio de la vida inscripto en esas profundidades.
La imperiosa  necesidad de reconexión con la vida del alma está conduciendo a la mujer  a aminorar el impulso de complacencia frente a las demandas del mundo externo.
Este movimiento automático de salida hacia un exterior generador de estereotipos y automatismos, se ve frustrado cuando ya no se puede contener la expresión del sentir.
Un fuerte estado de tensión promueve su detención dando lugar a un cambio de dirección y sentido. La mujer entonces puede, en este nuevo espacio, empezar a escuchar el llamado de su alma.


Una crisis iniciática
La inmersión en las profundidades  del reino femenino adopta la forma de una crisis, resultando amenazadora, para una sociedad que desconoce los ritos iniciáticos impulsados por el proceso evolutivo de la conciencia.
Una iniciación tiene lugar  cuando un gran movimiento nos sacude y nos lleva inevitablemente a una zona más profunda  e íntima.
El desafío es aceptar este estado de  impotencia, frustración e incertidumbre  que devendrá fuente de un nuevo conocimiento  que en la superficie de la vida es imposible de contactar.
El femenino profundo responde a la voz  de las entrañas que  instruye en todas las formas posibles: sensaciones corporales, intuiciones, sueños, y por  sobre todo, generando espacios de silencio  y  atenta observación a través de la inactividad.

Es  ser  llevada a las profundidades  para luego emerger a un nuevo estado de alerta conciencia  y cuidado para intimar en el mundo.
Resulta ser un pasaje iniciático no expresarse desde los habituales estereotipos reasegurantes,  moldeados por la cultura dominante y adoptar el lenguaje de la tierra del misterio invisible.
 El pasaje de la densidad a la liviandad nos ofrece una expansión  tal que requiere  ejercitarnos en nuevas maneras vinculares.



Los ritos de iniciación femenina sacralizan  y honran los ciclos de la vida.
Las sociedades matricias, se caracterizaban por la conexión a la Madre Naturaleza, a la Madre Tierra, a la Divinidad femenina.
Su reverencia a lo cíclico y a los procesos del orden natural, devino en la valoración  de la vida y los valores femeninos.
Ciertas comunidades que aún hoy se perpetúan  en respetuosos rituales iniciáticos, contrastan con la violenta respuesta cultural imperante en nuestra sociedad.
Las mujeres comprenden mejor de que se trata el ciclo de la vida cuando se acercan a la caricia de la Diosa, a su divina esencia.  Aquellos hombres que entran a contacto con su parte sensible descubren esta caricia en sus propias almas.
El cooperativismo, la reciprocidad, la hermandad como armonía igualitaria, son los recursos del alma femenina como genuinos reflejos del alma de la naturaleza.
La sabiduría ancestral es patrimonio  del arquetipo femenino y las acciones que derivan de ella remiten a los tiempos donde la armonía y la cooperación consciente, las respuestas maternales y afectivas  constituían los valores  de las comunidades que rendían culto a la Gran Madre.
La  integración de estos valores en el mundo de hoy es el desafío del ego patriarcal  en su propio camino iniciático.
La urgente reconexión con los rituales de iniciación, olvidados en las sombras del tiempo,
aunque conservados en lo profundo de la psiquis, rescatará el valor sagrado de los  vínculos de hermandad entre las mujeres.

Una re-unión donde la jerarquía representaba la sabiduría, donde  el reconocimiento de la diversidad estaba sostenido en la hermandad y el bien común fue el modo vincular que caracterizó a las antiguas civilizaciones guiadas por el espíritu femenino.



 “El poder latente de las mujeres unidas es el recurso aún no explotado que la humanidad y el planeta necesita.
Sólo cuando las madres sean fuertes de espíritu, de mente y de cuerpo, habrá posibilidad de que los niños y niñas sean queridos y estén alimentados y a salvo.
Sería posible entonces que, al cabo de varias generaciones, las relaciones entre hombres y mujeres  experimentaran un cambio evolutivo  en beneficio de todos.”
                    Jean Shinoda Bolen: "Mensaje Urgente a las Mujeres"


Una renovada mirada: recuperar lo confinado

El miedo al misterio, al poder de lo oculto, es un depredador instalado desde pautas jerárquicas culturales que han determinado la ley y la norma excluyendo por completo la Ley de la Naturaleza.

El aporte de los aspectos lógicos y racionales del psiquismo, cuando se degradaron, renunciaron y combatieron  la sacralidad del femenino.
A lo largo del camino en la historia de la humanidad, el auge patriarcal afectó al femenino en su dimensión más profunda.
Dar a luz los propios aspectos degradados y confinados por los valores sociales imperantes es un acto de liberación, valentía y compromiso  con el proceso de individuación.
Integrar la vulnerabilidad es un signo de fortaleza necesaria para accionar desde un nuevo liderazgo no belicoso sino empático e inspirador.
Cuál es el espejo donde se mira la mujer?
Aquél que le devuelve la viva representación de la  Diosa Madre, la esencia sagrada, o el reflejo de una imagen construida por la cultura que sepultó su femenino divino?
El reino de las mujeres es el espejo donde se refleja la energía arquetípica de la Diosa, quien instruye desde la profundidad del océano del inconsciente, a honrar el Amor y la propia integridad.
Cuando estamos en contacto con el alma surge en modo espontáneo la compasión  que permite sentirme  en la piel del otro. Una vivencia compasiva nutre a quienes la experimentan.


Honrar la naturaleza femenina
La danza conecta a  la mujer con su sagrada feminidad. Es un modo de celebrar y honrar su sensualidad, su sexualidad y su corporeidad.
Es una vía de sanación al re-evocar la ancestral conexión de los atributos  femeninos con el espíritu de la divinidad.
Las culturas patriarcales provocaron esta desconexión y hoy es imprescindible su restablecimiento y curación.
La música, la danza, y toda expresión artística son poderosas medicinas purificadoras de  cristalizaciones y rigideces que debilitan la fuerza proveniente del corazón.
Las nuevas inspiraciones florecen en  las moradas sagradas del alma y  se vierten en nuestra cotidianeidad  a medida que disolvemos  nuestras durezas.

Fluye como el agua y te  descubrirás  más sabia y amorosa.
Acaricia con dulces palabras cada brote inspirador de una vida nueva.
La sabiduría femenina está contenida en él.


Lic. Annamaria Saracco