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A partir de la idea que la conciencia es el punto central del trabajo psicológico transpersonal, la decisión de explorarla trae consigo un signo de despertar espiritual.
Es importante entonces ir aprendiendo a ampliar y transformar la propia conciencia. Las transformaciones individuales afectarán directamente a la evolución de la Humanidad.


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Me comprometo a Ser Mujer

domenica 24 marzo 2013

EL VALOR DE PERDONAR


El perdón, desde la derivación de la misma palabra, es un "don "; don que por derecho divino nos pertenece.
 


Su manifestación está directamente asociada a una experiencia interior, a una elección voluntaria, consciente y comprometida en transitar el difícil camino de liberación desde la ignorancia hacia el despertar a nuestra verdadera naturaleza divina.
Por lo tanto configura un estado del ser, un nivel de conciencia alcanzado y su manifestación es a través del ejercicio de la compasión y el reconocimiento de una conciencia de unidad.

Es importante señalar que el ejercicio del perdón es parte del proceso de maduración de la conciencia donde la compasión y la aceptación son sus elementos constituyentes.
Este profundo trabajo exige una testimonianza permanente. Qué significa esto? Cuando todavía la conciencia no despertó a la capacidad de autoobservación, cuando todavía no puede ser testigo de si misma, es probable que aquello que llamamos "borrón y cuenta nueva " no sea genuino y por consiguiente no tenga que ver con el perdón.
En realidad perdonar no es borrar, sino a partir de una mirada más elevada, empezar a comprender como se desarrolla este "juego sagrado de la vida".
Por lo tanto en los momentos donde llegamos a percibir con ojos más limpios seguramente se estarán activando estas energías superiores.
 

El perdón tiene un poder milagroso y sanador.

Siempre el camino comienza en nuestro interior. Es una experiencia interna de despertar la que permite vislumbrar estados mentales donde la conciencia del amor y de la unicidad se revela como la esencia del Ser.
No podemos donar lo que aún no poseemos y sólo a través de la experiencia adquirimos sabiduría que luego podremos compartir y ofrecer como don.
Considero que este trabajo interior está íntimamente asociado al reconocimiento de nuestras propias heridas aún no cicatrizadas resultantes del camino de aprendizaje.
La salida hacia una nueva forma vincular es la aceptación de la reactivación de esta herida por parte de los otros como forma de reconocimiento y principio de sanación.
Entonces el perdón comenzará desde una condición de humildad y aceptación de nuestras partes todavía no maduras direccionado esta misma energía hacia el exterior.

Es difícil ejercitar el perdón como difícil es el proceso de crecimiento, aunque como parte de la tarea del despertar es totalmente posible.
Un ser que vibra en un nivel de conciencia marcadamente dualista donde la separatividad caracteriza su modo de operar, necesariamente tendrá respuestas vinculares que reflejen ese estado de conciencia.
La necesidad de protegerse, la sensación de sentirse herido, una angustia oceánica abrumadora se convierte en los propios límites de la conciencia para acceder al nivel sucesivo del viaje espiritual.
A medida que observamos nuestras propias heridas con una conciencia de involucración y responsabilidad estaremos disponiéndonos a una nueva forma vincular que invoca un nivel de energía más elevado y como consecuencia más compasivo para todos los involucrados.
Nuevamente remarco que la herida que proyectamos es nuestra propia herida que convoca y configura esa experiencia.
La comprensión es el movimiento de salida de un nivel de conciencia a otro superior.

 
El reconocimiento y valoración de querer experimentar el perdón en nuestras vidas es parte del proceso de maduración del ego. Un yo maduro puede tolerar las diferencias sin sentirse amenazado, puede aceptar las equivocaciones como parte necesaria del proceso de aprendizaje y evolución.
La aparición de la culpa direcciona la energía hacia la evasión y la autodefensa.
Un yo débil está más conectado con este nivel de funcionamiento y tiene dificultades de confrontar una experiencia de vida que desafíe sus miedos activados por la impronta kármica.
Cuando la vida es considerada como un viaje evolutivo consciente, el drama personal va debilitándose y deja paso a la auto observación y al autoconocimiento.
Es fundamental aclarar que si no somos capaces de perdonarnos, es decir, de actuar como jueces implacables, es imposible poder hacerlo con los demás.
Quizás creemos que estamos perdonando cuando en realidad justificamos y pactamos un acuerdo frente a una situación de amenaza interna.
Es importante señalar que el perdón actúa en el nivel del Amor y no en el nivel del miedo.

El camino de evolución que lleva a la iluminación, o sea, a la liberación del sufrimiento debido a la ignorancia, pasa desde el miedo al amor, de la ignorancia al conocimiento, de la dependencia a la liberación.
La sola intención del alma que descubre la necesidad de emerger de una situación que la retiene en estado de sufrimiento y dependencia, es el motor que impulsa la activación de recursos de salida. La sola intención es la plegaria que el Ser dirige a las dimensiones del Espíritu en busca de asistencia.
Considero que partiendo de la creación de un espacio interior de auto observación e involucración surgirán las condiciones necesarias para que puedan surgir las respuestas adecuadas.
Me inclino a no pensar en fórmulas sino en modos de despertar conciencia. Cada situación es un desafío para la conciencia, nos ofrece el don de descubrir la sabiduría que contiene. Este es un desafío personal.

La palabra reconciliación tiene una vibración muy especial. La asocio a una vía de encuentro y reunión.
Todos los seres tenemos un potencial para la profunda reconciliación más allá de las heridas o traumas experimentados.
El punto es donde focalizamos nuestra atención. Una conciencia enfocada en el drama y en su justificación o una conciencia centrada en un nivel de energía dispuesta e impulsada en el camino de retorno al "hogar".
El perdón es un acto de conciencia. Seguramente comienza con un acto de reconciliación desde el corazón. Y donar el perdón nace de este mismo acto de amor.
Me gustaría citar a Gandhi "Los débiles no pueden nunca perdonar. El perdón es una característica de los fuertes".

Lic. Annamaria Saracco
Publicado en la revista COMO ESTAR BIEN. Buenos Aires

La danza peregrina del alma


 El alma sabe por qué y para qué ha venido ha venido a esta Tierra.

Un viaje místico se inicia con la vivencia de esta realidad y nos invita, como conciencias itinerantes, a consagrar la vida en la comprensión de la existencia del impulso vital impreso en el anhelo álmico.

Un buen caminante se entrega en un acto de liberadora disponibilidad a que el anhelo le recuerde el camino hacia su corazón: la verdadera experiencia del reencuentro con nosotros mismos.

Un atento caminante percibe la necesidad de aflojar el paso y descender hasta las profundidades de su ser para escuchar los sonidos de su alma que testifican y certifican la particularidad de su recorrido.

Un valiente peregrino acepta el desafío ilusorio de sus sentidos físicos y se rinde humildemente al límite de su comprensión intelectual. Estimula su propia vivencia saltando sobre un intelecto reasegurante.

Una tarea ... una misión se va delineando progresivamente. Un propósito va re-significando y dando sentido al viaje. 
Una forma superior de vida va emergiendo iluminando estrechas fronteras y acariciando nuevas aventuras. Sentirse a salvo no es el camino de la Conciencia.

Todo progreso, todo proceso de crecimiento, sólo puede surgir de la posibilidad de que algo que hasta ese momento se hallaba fuera de toda experiencia resultara posible. Lo innovador surge a partir de la creencia de la posibilidad de que algo se manifieste.

Thorwald Dethlefsen expresa: "El deber de todos nosotros consiste en la evolución, y nuestro objetivo es el hombre plenamente consciente. Pero para adquirir esta plena conciencia primero hay que despertar".

Así el peregrino se apoya en la certeza que la aceptación de las pruebas que su nivel de conciencia le ofrezca lo ayudarán a ser consciente de su peregrinar en un acercamiento paulatino a la sabiduría interna.

El caminante de los mundos vibra en la constante peligrosidad de desestructurar y descontracturar sus identidades repetidamente ejercitadas para ir abrazando sus nuevas realidades. Asume el instante de su propio desconocimiento en el riesgo de convertirse en algo diferente. Reencontrarse más allá de esta nueva imagen es todo un reto. 

Favorecer el alumbramiento de la sombra conlleva fortaleza y responsabilidad.
Su reconocimiento e integración es un acto de humildad y una verdadera conquista espiritual. 

Pero el viaje no es temporal aunque se manifieste en la linealidad del tiempo. El viaje es un movimiento circular ascendente, una danza mágicamente sincrónica que nos envuelve en la eternidad de la Conciencia.

Lic. Annamaria Saracco