Apóyate en tu andar y cuida tu caminar.
Respeta las esperas necesarias que sostendrán una búsqueda consciente. Vigila tu marcha. Libera y extiende tu mirada más allá de la longitud de cada paso.
Explora el camino reconociendo las malezas de las hierbas frescas.
Unas te invitarán a un descanso innecesario que solo te detendrá en paisajes y sensaciones conocidas que te ofrecerán las mismas experiencias estrechando tus horizontes.
Cuando reconozcas esta invitación sigue adelante. Unos pasos más y
encontrarás la hierba suave esperándote para ofrecerte tu merecido reposo.
Tu alma se revelará como tu mejor compañía. Y hasta puedes encontrar un reflejo externo de ella en la amorosidad y el cuidado de alguien que escuchó tus pasos.
Allí estarás protegida y a salvo.
Renovarás tus fuerzas y tu intención se fortalecerá.
Seguirás recorriendo caminos.
Nuevos parajes se presentarán. Te resultarán desconocidos y posiblemente quieras evitarlos, pero recuerda que el alma crece en lo nuevo y se conoce en nuevas realidades. Está llamada a crecer y usar otros nombres. Su aspiración es la cima de la montaña sagrada desde donde todo se ve claro y límpido.
Es la visión de la
Verdad.
Recuerd a que el viaje
nocturno es tan necesario como el camino del sol. La misteriosa y oculta luna
te enseñará a ver en la penumbra.
Usarás su arte para diferenciar la espesa
negrura contaminada que encadena, de la bella oscuridad que se
ofrece como un don, aquella que implora buscando luminosidad. La que nos
ayudará a crecer para que compartamos un nuevo don con aquellos que estén
disponibles a acompañarnos en esta travesía de la evolución consciente.
Lic Annamaria Saracco
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