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A partir de la idea que la conciencia es el punto central del trabajo psicológico transpersonal, la decisión de explorarla trae consigo un signo de despertar espiritual.
Es importante entonces ir aprendiendo a ampliar y transformar la propia conciencia. Las transformaciones individuales afectarán directamente a la evolución de la Humanidad.


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Me comprometo a Ser Mujer

venerdì 26 aprile 2013

EL GRAN VIAJE DE LA VIDA


Este artículo fue seleccionado por la revista NATURAL AWAKENINGS para su primera edición en español . Florida EE UU

El viaje espiritual no consiste en conseguir lo que no se tiene, sino en descifrar la ignorancia sobre sí mismo y la vida, y en desarrollar la compresión que empieza con el despertar espiritual. Encontrar a Dios es llegar hasta el propio sí mismo. Metter Baba


Me gusta saber sobre viajes. Me estimula la sola idea de pensar en la posibilidad de viajar. Porque viajar implica moverse hacia otros lugares en una experiencia diferente a la cotidiana. Porque viajar es conocer otros sitios que ofrecen sus propias energías como algo nuevo para ser experimentado.

Cuando era niña este deseo lo resolvía fácilmente en mi mundo de fantasías. Me movía de un país a otro con toda facilidad y mis amigos imaginarios me acompañaban en cada una de mis aventuras. Fue así como supe de lejanías y de maravillas desconocidas, y como comencé a experimentar el placer de volar sin apegos ni ataduras.

Para la mayoría de las personas un viaje es la posibilidad de moverse físicamente hacia otros lugares geográficos ya sea por placer, por necesidad de descanso o para quebrar la rutina que los agobia. Pero para la inocente mirada de esta niña que fui, su significado no se limitaba sólo a esa estricta definición. Si bien no era una posibilidad real para mí en ese entonces, trasladarme tampoco era necesario para satisfacer mi anhelo. Todo transcurría libremente en el plano mental y era tan real como cualquier vivencia en el mundo de lo concreto. Fue así como esa nena de ayer descubrió un tipo de viaje diferente, en el cual el movimiento físico no tenía intervención y donde sólo ella decidía libremente dónde quería estar.
Así, mi mente volaba y las imágenes se sucedían en vívidos colores. Los paisajes se movían en forma encantada a medida que los recorría. Me desplazaba rápidamente en las geografías que visitaba aunque, muchas veces, decidía quedarme por unos instantes en el lugar y deleitarme con el suave césped y las altas montañas. Todos mis sentidos captaban esas texturas, olores, sonidos y colores de aquellos retratos imaginarios que yo misma creaba.

A medida que el tiempo pasaba y mi vida se iba desarrollando, continué descubriendo en mi imaginación imágenes de otros mundos desconocidos e inexplorados. Pero ese fuerte deseo de viajar crecía más y más en mí hasta que se convirtió en un claro objetivo en mi vida. La energía de Sagitario me impulsaba y muchos años más adelante, en los viajes físicos que emprendí como una aventura del descubrimiento, pude reconocer aquellos lugares que albergaba mágicamente en mis sueños infantiles.
Con la mirada de un niño
Durante gran parte de mi tarea profesional como psicóloga, atendiendo principalmente a niños, supe de la “sabiduría infantil” todavía sin la influencia del pensamiento lógico del mundo. Pude comprobar que el niño sabe de su capacidad innata para ser el héroe de su aventura personal. Este conocimiento es inherente a su naturaleza y su certeza le permite realizar hazañas heroicas porque allí la mente todavía no tiene mucho espacio para interferir con sus trabas y limitaciones.

Todos los niños son conscientes de la existencia de otras realidades. En sus relatos se puede observar desde contactos reales con seres de otras dimensiones hasta auténticas informaciones sobre el mundo celestial. Pero lamentablemente muchas veces esos contenidos van quedando anulados y reprimidos a medida que el niño va creciendo porque para el mundo de los adultos esas “historias” son parte del imaginario infantil y, como tal, no tienen mayor trascendencia. Es entonces donde la aparición de la lógica racional estructura creencias limitantes que nos alejan del verdadero camino del alma.

Pero no todo está perdido para aquellos adultos que quieren romper definitivamente con ese molde rígido donde la magia y la aventura pareciera no tienen lugar. Con la firme decisión y el compromiso de emprender este viaje heroico hacia el interior de nuestro Ser, es necesario desarmar todo lo andado hasta ese momento para así poder aprehender el mundo desde la mirada inocente, clara y limpia perdida en el pasado. Las realidades de otros mundos no se pueden captar si se las intenta comprender desde la lógica mental. Y en eso consiste este gran trabajo.

Resulta interesante establecer un paralelo entre la mirada que tiene el niño sobre la realidad que lo rodea y la del chamán indígena. Ambos se aventuran y se entregan a experimentar aquello que realmente sienten, sin contaminación externa alguna. La lógica no los puede alcanzar porque los dos creen firmemente aquello que ven con los ojos del alma. De esa manera pueden ingresar en una realidad intangible, no ordinaria y ser activamente partícipes de todo lo que allí ocurre. En ese sentido el psicólogo transpersonal Frances Vaughan escribió que “una mente vacía y un corazón abierto se convierten en la matriz de la sabiduría dentro de la cual pueden concebirse todas las posibilidades”. Y es allí donde tanto el niño como el chamán ponen toda su energía.

Un viaje al descubrimiento
El viaje es la expresión misma del movimiento y del cambio que se puede proyectar tanto hacia un espacio exterior (otras geografías) como hacia el interior mismo de la persona, en respuesta a un sentimiento de insatisfacción constante. Según Jung la necesidad de experiencias nuevas “es testimonio de una insatisfacción que impele a la búsqueda y al descubrimiento de nuevo horizontes”. En ese sentido el viaje puede gestarse, en un principio, como una actividad liberadora de las presiones cotidianas pero, más tarde, puede convertirse en una búsqueda consciente hacia la profunda transformación del ser.

Los viajes en los espacios del mundo físico nos ayudan a conectarnos con energías diferentes que motivarán a nuestro propio sistema energético a realizar un aprendizaje en el manejo de esas fuerzas hasta ese momento desconocidas. Es por eso que se dice que el viaje siempre es un “viaje de ida” porque al regreso de la aventura uno ya no es el mismo. La experiencia de lo nuevo nos permite transformarnos o, al menos, nos presenta el desafío para realizar una modificación interna. Pero está en nosotros mismos la decisión sobre qué hacer en el momento en que la oportunidad se presenta ante nuestros ojos. La libertad se nos es concedida una vez más como signo de confianza de que la elección que hagamos será la mejor para cada uno de nosotros en ese preciso momento.

El viaje hacia la conquista de las geografías interiores no tiene nada que ver con mapas y planos. Es una oportunidad que puede llegar a nosotros en cualquier momento de nuestra vida como contribución a esa búsqueda interior en la que nos encontramos inmersos. Cada vez que nos movemos hacia lo nuevo y lo desconocido y aceptamos firmemente el desafío de lo imprevisto estamos ampliando las fronteras de nuestra conciencia.
La vida implica una transformación constante y ese movimiento tiende a conducirnos hacia un nivel de conciencia cada vez más elevado a medida que avanzamos en el camino. Este gran viaje de la vida nos brinda una hermosa oportunidad para crecer y lleva consigo implícito un sentido de aventura y evolución. En todo ello, la libertad se hace siempre presente como una espada que nos permitirá librar cada una de las batallas y sortear cada una de las dificultades en el camino de la búsqueda interior de nuestro Ser.

Pero para encarar este viaje colmado de aventuras es necesario estar realmente preparados y abiertos a las experiencias que se presenten a lo largo del camino. Con la inocencia de un niño, con la sabiduría de un chamán y, por sobre todo, con la firme intención de descubrirnos a nosotros mismos; debemos emprender este viaje aceptando todo lo que se nos presente como un regalo de la vida. De esta manera el viaje adquirirá su verdadero sentido y se convertirá en una verdadera búsqueda de la libertad a través de la aventura interior de nuestro Ser divino. Sólo de esta manera, y una vez cruzadas todas las geografías necesarias para trascender, podremos salir nuevamente al mundo y sentirnos más libres y evolucionados… Hasta que un día sintamos nuevamente ese llamado a la aventura y nos embarquemos una vez más en una nueva experiencia de descubrimiento y crecimiento personal.


Lic. Annamaria Saracco.

giovedì 11 aprile 2013

LA EVOLUCIÓN DE LA PSICOLOGÍA: Hacia una nueva mirada del Ser

“La mente no brilla debido a su propia luz.
Sino que es un objeto iluminado por el Yo.
El Yo es ilimitado,
es la Conciencia pura
que ilumina los contenidos de la mente…
El egoísmo –la sensación limitada del yo-
surge cuando el intelecto se atribuye para sí
el poder de la conciencia”.
Pantajali

En sus inicios, la Psicología occidental buscó y se esforzó por convertirse en una verdadera ciencia. Es así que, como una experiencia de laboratorio, surgió la Psicología Conductivista. El centro de su mirada objetiva estaba puesto sólo en la conducta observable y mensurable para excluir todo aquello no accesible de ser medido.
Sin embargo, el paulatino e innegable reconocimiento de la existencia del sufrimiento psicológico por parte de los especialistas, posibilitó que el trabajo clínico comenzara a incorporar nuevos elementos que hasta ese momento no eran aceptados. Así se dio origen al Psicoanálisis cuyo foco de atención estaba centrado principalmente en los aspectos subjetivos e inconscientes.
Tanto el Psicoanálisis como el Conductivismo constituyeron el fundamento de la Psicología clínica y de la Psicología experimental dominantes durante más de la primera mitad del Siglo XX. Pero en los años 60 se empezaron a escuchar otras voces que señalaban a estos modelos como limitativos con respecto al amplio rango de variantes que puede presentar la experiencia humana. En ese sentido, se advirtió que la “vieja” Psicología partía del estudio de la psicopatología y dejaba de lado las características esenciales del psiquismo sano. Además de ello, estas escuelas se ocupaban de generalizar situaciones de laboratorio para ser aplicadas a la compleja vida cotidiana.
Todo este enfoque obligaba a hacer una lectura reduccionista de la naturaleza del Ser sin ninguna consideración por los factores espirituales constitutivos. De esta manera se negaba la existencia de otras dimensiones de conciencia y así convertía en patológicas experiencias transpersonales de suma importancia.
Las limitaciones impuestas por las lecturas mecanicistas tradicionales psicológicas fueron las que finalmente desencadenaron una crisis de disconformidad. Este movimiento crítico generó un nivel de energía que abrió nuevos espacios para el desarrollo de una nueva mirada del Ser, más abarcativa y más respetuosa de su naturaleza.
Como respuesta a esta situación, surgió un nuevo modelo psicológico que ampliaba los horizontes de la Psicología hasta ese momento conocida y desarrollaba un enfoque más completo del psiquismo. Abraham Maslow, uno de los miembros fundadores de la Psicología Humanista y de la Psicología Transpersonal, aclaró que “el surgimiento de este nuevo enfoque es a los fines de ampliar y de suplementar la visión freudiana”. Pero si bien esta visión humanista ampliaba y renovaba la conceptualización del psiquismo, hacia fines de la década del 60 se hizo necesario un nuevo viraje en el marco conceptural, y así nació la Psicología Transpersonal. “La Psicología Humanista fue el movimiento de transición hacia una “Psicología Trashumana o Transpersonal”, agregó.
La Psicología Humanista centró su estudio en la experiencia humana para contribuir al mejoramiento de la calidad de vida y el perfeccionamiento del ser humano. Esa lectura puso de relieve la posibilidad de toda persona sana de tener experiencias cumbres, plenas de sentido, intensas, beatíficas; donde expande su sensación de identidad sintiéndose unida a todo el Universo. Así, la Psicología Humanista y Transpersonal surgieron como una nueva conciencia que otorga respuestas a la experiencia humana.
La Conciencia como eje del proceso
La aparición de esta nueva conceptualización respondió a las transformaciones culturales que acontecieron en los años 60, donde la gente inició una búsqueda interna frente a la frustración del mundo materialista imperante. Muchas experiencias, catalogadas hasta ese momento como patológicas, se convirtieron para esta nueva visión en riquísimas y extraordinarias apertura de conciencia.
Oriente aportó a Occidente un singular y profundo conocimiento que configura toda una experiencia de vida milenaria. Los nuevos investigadores occidentales reconocen en las tradiciones orientales la transmisión de una profusa casuística sobre experiencias cumbres, reconociendo la validez de sus tradiciones para la inducción de estados superiores de conciencia. Es así como Occidente pudo nutrirse de los aportes orientales incorporando a sus prácticas las disciplinas meditativas y métodos específicos para la inducción a estados no ordinarios de conciencia. Así, el campo de la investigación se abrió a recibir el estudio de experiencias intensas donde los parámetros conocidos se abren a nuevas dimensiones del Ser.
La Psicología Transpersonal ha establecido un puente entre la ciencia occidental y las enseñanzas de los maestros espirituales. Por lo tanto se nutre de ambas tradiciones en un intento de integrar sus conocimientos en relación a la realización de los potenciales humanos. Esta ampliación de la cartografía del psiquismo se completó con la instrumentación del uso experimental de sustancias psicodélicas en el ámbito de la psiquiatría. El psiquiatra checo-americano Stanislav Grof, pionero en este tipo de investigaciones, se convirtió así en uno de los más grandes representantes del movimiento Transpersonal.
En los comienzos, los psicodélicos tuvieron un protagonismo impactante. Gran cantidad de personas experimentaron estados alterados de conciencia mostrando la existencia de un amplio rango de estados potenciales de conciencia. Al mismo tiempo, el auge de la meditación puso a disposición métodos para acceder a comprensiones similares sin necesidad de recurrir a las drogas. De este modo, otras ramas de la ciencia comenzaron a participar del nuevo enfoque Transpersonal que integraba a la espiritualidad con la visión del psiquismo humano, entendiendo por espiritualidad aquel modo de conciencia que busca experimentar la unión con todo lo que existe.

La visión de la Psicología Transpersonal, profunda y rigurosa, marca la configuración de un nuevo paradigma que afecta no sólo a la lectura del psiquismo humano sino a toda la realidad de la cual éste participa. Con todo ello, fue posible la evolución de una mirada mucho más amplia de la naturaleza humana y del desarrollo de la psicología donde la conciencia se convirtió en el punto principal de su enfoque.

El estudio de la conciencia y de los estados alterados constituye un capítulo fundamental de la Psicología Transpersonal. Siguiendo ese criterio, esta visión considera que todo depende del desarrollo de la conciencia. A partir de allí se descubre un amplio espectro de técnicas mediante las cuales se puede acelerar la evolución de la conciencia en cada persona y modificar su entorno. Esos procedimientos permiten el reconocimiento y el enfrentamiento de la sombra para luego integrarla, y así finalmente poder conectar con los ámbitos transpersonales de la propia psique. Por lo tanto, en el ámbito de la Psicología el enfoque Transpersonal no sólo tiene en cuenta la estructura de la personalidad y sus mecanismos sino que también toma aquello que está más allá de la personalidad y que hace a la esencia del ser humano.
Al partir de la idea de que la conciencia es el punto central del trabajo psicológico transpersonal, la decisión de explorarla trae consigo un signo de despertar espiritual. Es este sentido, se reconoce la importancia de instrumentar al individuo en el aprendizaje de cómo ir ampliando y transformando su propia conciencia. Para los psicólogos transpersonales la evolución de la Humanidad está ligada directamente a estas transformaciones individuales.
La expansión de la Conciencia
Para investigar en la propia conciencia es necesario el movimiento hacia lo desconocido de cada uno de nosotros mismos. Todos estamos invitados a transitar el camino del auto-conocimiento para adquirir progresivamente una mayor cantidad de información sobre quienes somos y para qué hemos venido al mundo. Todos estamos llamados a una toma de conciencia sobre nuestro verdadero propósito en la vida. Pero está en nosotros mismos escuchar esa llamada y entregarnos libremente a la aventura.
La conciencia es el aspecto inmaterial, no energético de la realidad primordial. Es la base invisible y la sustancia de todo el mundo objetivo. Es la capacidad de conocer, de saber, el testigo de todo cambio de tiempo y espacio, el sí mismo real. Se podría definir como una fuerza equivalente a la corriente eléctrica que al pasar por una lámpara hace que ésta tenga razón de ser. Espíritu y alma son los términos místicos relacionados con ella. La conciencia en sí misma no cambia, es inmutable. Su expresión depende de su focalización, de ahí la diferencia de su funcionamiento.
La conciencia no es personal sino transpersonal. De hecho se trata de un aspecto del Absoluto que está más allá del espacio, del tiempo, de los conceptos, de las categorías, de los límites. Su naturaleza es intangible y como tal es necesario emplear métodos que permitan ir a su encuentro.
Pero, ¿qué significa adentrarnos en lo desconocido de cada uno? Explorar la conciencia es llegar a zonas que se encuentran más allá de lo cotidiano y que permiten atravesar el límite de lo conocido. Para ello es necesario focalizarse en niveles diferentes al que estamos habituados para poder acercarnos a ese mundo interno a descubrir. En Occidente solo se han identificado un número limitado de estados de conciencia (como la vigilia y el sueño), el resto son estados patológicos que nada tienen que ver con esto.

La Psicología Transpersonal presta atención y valora los diferentes estados de conciencia e induce a su experimentación. En ese sentido, el gran teórico Ken Wilber señala que “cada nivel de conciencia está asociado a un tipo de experiencia y a una sensación de identidad definida que va desde la limitada sensación asociada a la conciencia egocéntrica hasta la llamada identidad suprema o conciencia cósmica”. Así este paradigma reconoce el potencial humano para experimentar una amplia gama de estados no ordinarios de conciencia que implican una expansión más allá de los límites del ego. Las experiencias transpersonales evidencian la existencia de una gran diversidad de dominios que se encuentran más allá del Universo físico.

Un estado de conciencia expandida se reconoce cuando una persona logra abarcar plenamente su identidad total: cuerpo-mente-espíritu-universo. Desde este reconocimiento, los estados ampliados se pueden lograr por medio de diferentes técnicas como la meditación, la ingesta de plantas enteógenas, la respiración holotrópica, la terapia de vidas pasadas, la danza, la música, los mandalas, entre otras.

A todos se nos brinda la posibilidad de trabajar en nuestra propia evolución de la conciencia y a emprender, de acuerdo a las palabras de Wilber, “un gran viaje de creciente auto-conciencia y un retorno a nuestra verdadera identidad”. La búsqueda de algo nuevo como alimento del alma desnutrida por la insatisfacción que provoca la vida ordinaria y la posibilidad de acercarse a una mayor comprensión de nuestra verdad esencial, nos llevará a una expansión de la conciencia con el objetivo de generar un cambio gradual en la percepción de nuestro propio ser y del mundo. A medida que el proceso avance y se atraviesen los diferentes dominios de la conciencia, una visión más generosa de la naturaleza del ser humano y del cosmos se irá sustentando y nos demostrará que “el Gran Viaje de la vida” ya ha comenzado y que a nuestro regreso, ya no seremos más los mismos que iniciaron este camino.

Lic. Annamaria Saracco